El placer de soltarse
La vida fluye como un río, solo cuando uno deja de
fluir las cosas se estancan, los problemas se amontonan y uno deja de sentir el
flujo de la vida.
Fluir con la vida quiere decir aceptación: Dejar
llegar lo que viene y dejar ir lo que se va. Tú no eres lo que sucede, eres a
quien le sucede.
Entre las orillas del placer y del dolor fluye el
río de la vida. Solo cuando la mente se niega a fluir con la vida y se estanca
en las orillas, se convierte en un problema.
Fluir con la vida quiere decir aceptación: Dejar
llegar lo que viene y dejar ir lo que se va. Tú no eres lo que sucede, eres a
quien le sucede, este extracto de: “El río de la vida” de Nisargadatta,
para mi refleja todo lo que tiene que ver con realmente soltar, tomando el
símil y la actitud de un río que fluye libremente frente a los acontecimientos
que aparecen ante nosotros.
Como dice Joan Garriga, “Si ahora pudiéramos poner
todo en suspenso, todas nuestras ideas acerca de quiénes somos o de qué
hacemos, de los padres que tenemos, de nuestros hijos, y quedarnos en un
silencio absoluto, ¿qué queda?”
El latido, la presencia, el ser, el vacío. Una
manera de trabajar es acercarse a este vacío donde no existen, el bien y el
mal; Simplemente existe la vida desplegando sus formas. Te conviertes en
alguien contemplativo que no juzga a nadie, sino que trata de dar un buen lugar
a todos. Creo que es el fruto que obtienen las personas que meditan: se anclan
en un lugar que ya no tiene tanto que ver con si nuestros padres fueron buenos
o malos, si nuestra pareja nos quiere o no nos quiere. En este lugar hay un
gran asentimiento.”
Tal vez haya que volver a nuestras raíces para
llegar a ser lo que somos, para darnos cuenta y luego soltarlo, Como una forma
de contactar con nuestro interior olvidándonos un poco de todas las exigencias
y condicionantes externos.
Para mí la clave es soltar, soltar ese contacto con
las prisas, esa necesidad de rentabilizar nuestro tiempo, parece que
rentabilizamos el tiempo, hacemos más cosas, pero lo que conseguimos es estar más
estresados y al final de todo, lo único que perdemos es nuestro espacio interno
y con ello nuestro propio centro, estando más pendiente de fuera, que de
nosotros mismos y de todo lo que nos pasa.
Creo que la verdadera necesidad es simplemente
pararnos, y dejar que las cosas sean, siendo espectadores de la vida como si
fuera un río, ver como todo acontece a pesar de nosotros.
El placer de soltarse tiene que ver con la
aceptación, como una puerta para transformar, para cambiar, pero desde la
libertad, no desde la exigencia o la atadura a lo que tengo que hacer,
rompiendo la inercia de correr y la necesidad desde “el impulso de
hacer”. Comenzando a escuchar lo que quieres y lo que necesitas de
verdad, desde tu verdad interior, como parte de tu propio proceso personal,
desde tu responsabilidad, como parte de tu desarrollo y evolución.
“Contra lo que te
resistes, persiste, lo que aceptas, se diluye”.
El placer de Soltar tiene que ver con fluir con
dejar que las cosas vengan, abriéndose a dejar llegar lo que viene y dejar que
se vaya lo que se va, sin resistencias, sin forzar.
Para romper esta identificación de la que hablamos,
se hace imprescindible adoptar una actitud abierta en estos momentos, que
permita dejarse llevar, aumentando la consciencia de donde estamos, que
hacemos. Como realmente abordar aquello en lo que entramos en cada
momento, dejándonos simplemente vivir aquello que sucede, sin prejuicios, sin
defensas, solo lo que ahí, “aquí y ahora”.
Para tener una actitud abierta es
importante aceptar el pasado, estar en paz con él. Aceptando y
soltando todo lo que viene de él, aceptar lo ocurrido y soltar.
Dejarlo marchar, lo que paso, paso, ya no está,
solo es el recuerdo de lo que fue. El pasado ya no puede ser modificado y la
situación del pasado ya no está, solo en nuestra cabeza y en vivencias del
recuerdo.
Este es un buen momento “aquí y ahora” para
aceptar el destino absolutamente con lo que llega, sin mirar atrás, no hay otra
manera de ser libre, como decía Osho, sin esa libertad, quedamos fijados
en las trampas de nuestro propio pasado, no hacerlo de esta manera significa
vivir esclavo de tu pasado. Con eso a veces, es peor la situación que nos
mantiene esclavos ahora mismo, que lo que realmente ocurrió. Viviendo esclavos
de lo que ocurrió el resto de nuestra vida.
Muchas de las situaciones que vivimos, nos
mantienen en un estado continuo de tensión, donde nos identificamos con todo lo
que hay que hacer, nos sentimos agarrados, identificados, sujetos a realidades
que de alguna manera acaban teniendo un dominio sobre nosotros o ejercen
una fuerte influencia.
La aceptación de las partes peores de nosotros, es
precisamente lo que nos permite vivir la totalidad de nosotros mismos como
seres integrados y totales.
En este proceso de apertura y de observación activa
el aprendizaje sigue marcando pautas, pero a medida de que vamos siendo
conscientes, cada vez tienen menos fuerza, son como pensamientos que vienen y
van, pero a través del proceso de soltar la identificación, simplemente pasan,
son observados y dejan paso a otra u otras situaciones, en un continuo.
En las situaciones de cambio estamos abiertos,
porque no sabemos lo que va a suceder, estamos en un estado de alerta
permanente, donde nos sorprendemos y sorprendemos a los otros,
creando también relaciones y situaciones nuevas, desde aquí vivimos cada cosa
como nueva, como inesperada, como no conocida, esto también nos pone en una continua
apertura. Ábrete a lo nuevo todo está por suceder y un@ se mantiene en una
continua expectativa
Nos pasamos la vida luchando con nosotros mismos
para cambiar muchas de las actitudes que no nos gustan, pero no podrás
cambiarlas si antes no las aceptas amorosamente, puedes aceptarte a ti mismo, a
pesar del problema, a pesar de tus defectos, a pesar de tus errores. Todos
cometemos errores. De hecho, la vida es un camino de aprendizaje, aprendemos a
través del ensayo y error. La perfección no existe. No existe nadie perfecto.
En todo hay dualidad, así es la vida. Nos han vendido un modelo de perfección
para sentirnos queridos, para ser más, pero al final se convierte en nuestra
propia trampa.
Una gran dificultad es querer ser perfectos,
mostrarnos perfectos, como
dice
Jorge Carvajal, es el momento de bajar del pedestal del orgullo, si queremos
acceder a nosotros mismos, acceder al ser que en nosotros, es total y humano,
nuestra crisis de sentido es una crisis de individualismo, de egoísmo, de separación,
de orgullo, no contamos con nuestra humanidad, con que ya pertenecemos a
algo muy perfecto y sofisticado, con simplemente nacer, dejando que las
cosas sean, sin querer perfeccionar nada por el contrario, ya somos todo,
cuando aceptamos lo que somos.
Sin embargo cada uno andamos con las leyes de
sálvese quien pueda, pretendiendo ser mejor que nadie y dar lecciones a los
demás, sin escuchar las nuestras propias, todos necesitamos aprender nuestras
propias lecciones, de nuestros propios errores. Hasta que no aceptemos con
humildad, que nosotros también tenemos partes enfermas, no vamos a poder crear
una salud total, concebida como integridad. Solo cuando empiezo a aceptar mis
limitaciones, comienzo a darme cuenta de lo que soy.
Como decía Sócrates, “solo sé que no se nada”, cuando se mis limitaciones y parto de
ellas, empiezo realmente a conocerme en todas las dimensiones, dándome cuenta
de lo que conozco y no conozco de mí, este es el proceso.
Hasta que no seamos capaces de ver nuestros errores
y aceptarlos, no seremos capaces de transformarlos, porque a veces pasamos más
tiempo defendiéndonos y dando una buena imagen, que siendo reales con lo que
ocurre, con lo que en realidad “es”. Ver nuestros propios límites es abarcar
nuestra realidad, ponernos por encima de las cosas, dando buena imagen, es
vivir en la fantasía de lo que queremos que los demás vean, pero eso nos hace
entrar en crisis permanentemente, oscilando continuamente entre el ser y el
aparentar.
La aceptación de los límites, del problema y la aceptación de ti mismo a pesar del
problema, es la llave de la transformación, del cambio. Escúchalo pero no cedas
tu centro al problema, como nos dice Ana Fernández Luna. Aunque estés pasando
por un mal momento, siempre existe la posibilidad de que puedas retornar a tu
centro y desde allí mirar y ver la situación con otros ojos, con más claridad.
Observar la situación con curiosidad y pregúntate cómo puedes utilizar
eso, respetuosamente, para ir más allá y seguir creciendo, continuar
desarrollándote como persona, explorar la oportunidad que se esconde tras una
crisis. Perdonar los errores propios
y ajenos y agradecer los dones propios y regalos recibidos de los demás,
agradecer también a la vida el haber llegado hasta aquí.
Además hagas lo que hagas las cosas las cosas
siempre se ven, se manifiestan tal y como son, si mantienes algo oculto o haces
esfuerzo para mantener esas apariencias, al final se nota o no puedes
mantenerlo más. Para que hacer todo ese esfuerzo, suéltate, deja que las cosas sean, si para mantener algo que
quieres, tienes que hacer tanto esfuerzo, quizás no merezca tanto la pena y en
ocasiones, te quieren como eres, nos quieren como somos y no hace falta hacer
nada más, es más, en la mayoría de los casos, lo estropeamos, sé tú tal y como
eres, dejar de fingir, de sujetar, suelta todo, suéltate. Se tu mismo.
Pablo Caño Pérez
Medicina Sintergética
Psicoterapeuta Gestáltico
Gracias
Por la vida de los abuelos
www.porlavidadelosabuelos.blogspot.com
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