sábado, 30 de agosto de 2014

EL ANCIANO..



EL ANCIANO..
Un anciano que pasaba los días sentado en un banco de la plaza que estaba a la entrada del pueblo, era muy querido por sus vecinos y siempre contestaba con mucha sabiduría a cualquier pregunta que le hicieran.
Un día, un joven se le acercó y le preguntó:
–Hola, señor, acabo de llegar a este pueblo, ¿Me puede decir, cómo es la gente de este lugar?
–Hola hijo, ¿De dónde vienes? Preguntó el anciano.
–De un pueblo muy lejano.
–Dime, ¿Como es la gente allí?
–Son egoístas, envidiosos, malvados, estafadores… por eso me fui de aquel lugar en busca de mejores vecinos.
–Lamento decírtelo, querido amigo, pero los habitantes de aquí son iguales a los de tu ciudad.
El joven, lo saludó y siguió viaje.
Al siguiente día pasó otro joven, que acercándose al anciano, le hizo la misma pregunta:
–Acabo de llegar a este lugar, ¿Me podría decir cómo son los habitantes de esta ciudad?
–¿Cómo es la gente de la ciudad de dónde vienes?
–Ellos son buenos, generosos, hospitalarios, honestos, trabajadores… tenía tantos amigos, que me ha costado mucho separarme de ellos.
–Los habitantes de esta localidad también son así. Respondió el anciano.
–Gracias por su ayuda, me quedaré a vivir con ustedes.
Un hombre que también pasaba muchas horas en la misma plaza, no pudo evitar escuchar las dos conversaciones y cuando el segundo joven se fue, se acercó al anciano y le preguntó:
–¿Cómo puedes dar dos respuestas completamente diferentes si los dos jóvenes te hicieron la misma pregunta?
–En realidad todo está en nosotros mismos. Quien no ha encontrado nada bueno en su pasado, tampoco lo encontrará aquí. En cambio, aquellas personas que tenían amigos en su ciudad de origen, también los encontrarán aquí, porque las personas reciben aquello que ellas mismas están dispuestas a dar a los demás.
"Todo lo bueno y lo bello de la vida que necesitas, lo llevas dentro de ti. Tú simplemente déjalo salir, compártelo con los demás y cuando menos te lo esperes regresará a tu vida"
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sábado, 16 de agosto de 2014

CUIDAR A LOS QUE CUIDAN



Cuidar a los que cuidan


Por Benjamín Uzorskis



Las vocaciones de los (psico)analistas casi siempre tienen un drama familiar de fondo. Una manera de curarse la neurosis, y hasta la psicosis, consiste con más frecuencia de lo que se cree, en tratar de encontrarse del lado de los que curan y no con los internados. 

Maud Mannoni

Quiero introducir el tema con dos vivencias que tienen un enorme compromiso corporal. La primera la padezco al bajar las escaleras de la entrada del Hospital Fernández, en una fresca y agradable mañana de mayo de 1977. Una mordaza me sujeta la garganta y casi todo el plexo solar. Acababa de asistir a una paciente en una sala de terapia intensiva que se debatía entre la vida y la muerte luego de un aborto autoinducido.
Tres años más tarde atiendo a un paciente con unas sepsis intestinal en la sala de terapia intensiva del Hospital Israelita. Pese a los esfuerzos de todo el equipo asistencial y luego de un mes y medio de internación el paciente fallece. A los pocos días me doy cuenta que padezco un fuerte ardor alrededor de mi abdomen. Me diagnostican un herpes zoster.

Estos dos hechos me advierten clara y contundentemente de la presencia de una resonancia muy singular de lo externo en mi cuerpo. Y con consecuencias complejas.
¿Faltó la distancia adecuada en la tarea asistencial? 
¿Se produjo una confusión de espacios entre el afuera y mi adentro? Sin duda la distancia no fue la adecuada. Se produjo una intersección entre el objeto a tratar y el sujeto que intentaba asistir en terapia intensiva.
Evidentemente no había logrado una adecuada escisión metodológica o disociación instrumental, tal como lo planteara sabiamente José Bleger.
Estas dos situaciones asistenciales pueden pensarse como producto de un primitivo mimetismo, que actualmente podría explicarse en función de las denominadas neuronas espejo. Evidentemente, de no lograr una distancia más adecuada era muy posible que, hacia delante, peligrara mi operatividad y eficacia asistencial.
Lo descripto hasta aquí, son las reacciones que padecí.

Ahora me referiré a las respuestas que pude implementar ante lo que padecía. Quiero destacar que el hecho de responder es diferente del reaccionar. 
La reacción es producida de una forma involuntaria por determinados mecanismos que se accionan desde el sistema nervioso simpático y parasimpático. 
Responder implica hacerse responsable de una acción que muchas veces es una creación, una innovación para contrarrestar el malestar padecido.
Con relación a la primera situación descripta, lo que hice fue caminar hasta la zona de los lagos de Palermo. Esto me volvió a conectar con la naturaleza, con la vida.
Y luego, justo esa tarde tenía mi hora de sesión psicoanalítica, pude reflexionar acerca del impacto de la enfermedad y la muerte. También, en otro espacio, pude supervisar acerca de mi nueva tarea asistencial.
Eran tiempos en los cuales era una condición necesaria muy aceptada el analizarse y el supervisar la clínica que cada profesional estaba desplegando por entonces. 
Con relación a la segunda situación, pude implementar una rutina que era la de nadar en un club como una forma de cortar el día antes de atender por la tarde en mi consultorio. O sea que por la mañana atendía en el hospital en una Unidad de Terapia Intensiva y luego me había creado un intervalo como una forma de reconectarme con lo vital. No obstante a veces podían aparecer reacciones en el cuerpo como la que describí anteriormente.

1. EL TRAUMA VICARIANTE (trauma secundario, desgaste por empatía)

El hecho de tener que funcionar a la manera de un piloto de tormentas y a la vez como un experto bombero capaz de sofocar un incendio, no puede ser sin consecuencias.
Determinadas situaciones pueden irrumpir en nosotros a la manera de un tsunami.
Y esta aceptación del no saber qué hacer da cuenta de cómo el dolor y el sufrimiento de afuera puede operar a la manera de un trauma vicariante. Se trata de un trauma que aparece como respuesta a la vivencia de otro exterior. 
Es la situación traumática, exterior a nosotros, la que puede producir otro trauma en nuestra totalidad somatopsíquica. Se trata pues de un trauma padecido, y que está en el lugar de aquel que nos impactó desde la situación que intentamos abordar.
La reiteración de estos hechos lleva a producir lo que podemos englobar como burnout.
Una de las consecuencias posibles es la pérdida del control sobre la propia subjetividad, al no contar con adecuadas redes de contención, y por lo tanto no mantener el autocuidado. 

2. EL DESGOBIERNO O EL DESCUIDO DE SÍ

Michel Foucault dedicó los años 1982 y 1983 a trabajar un tema que se remonta unos 25 siglos atrás: El gobierno de sí y de los otros.
El eje del seminario apunta a pensar en las dificultades de quien gobierna a los otros en tanto no se gobierna adecuadamente a sí mismo. Como se advertirá, no se trata de una cuestión que haya perdido ninguna vigencia. Es de total actualidad.
Y lo muy llamativo es que Foucault acude a Platón para pensar este tópico e ilustrándolo con las dificultades que se plantean en la relación médico-paciente.

…el papel del médico se caracteriza por tres cosas. Primero, un buen médico es, desde luego, el que interviene cuando hay una enfermedad, y su misión es, por ende, curar los males para restablecer la salud. Para ello hace falta conocer esos males. El médico tiene, pues, que hacer un trabajo de observación, un trabajo de diagnóstico, debe dialogar con su enfermo para tratar de identificar el mal. Segundo, el buen médico no es como ese médico esclavo que va de un cliente a otro y se conforma con distribuir recetas y prescripciones. El buen médico es el que persuade, es decir el que habla a su enfermo y lo convence de la enfermedad que lo afecta y de los medios para curarla.
Tercero y último, el buen médico no es solamente el que diagnostica reflexionando y persuade hablando. Es también el que logra, gracias a su poder de persuasión, convencer a su enfermo de que no basta con tomar medicamentos, sino que además [debe] modificar por completo su manera de vivir, su régimen, su dieta. 

Si nos atenemos a la observación de Platón, confiando en la traducción citada por Foucault, no puede dejar de sorprendernos sobremanera la agudeza de la observación así como también su tremenda actualidad. 
El médico esclavo, como lo llama Platón, coincide claramente con lo que denunciara Lacan en 1966, en “Psicoanálisis y medicina”, al referirse al médico distribuidor de los medicamentos producidos por los laboratorios y cooptado por ellos de modos cada vez más arteros.
Y entonces quiero destacar el punto de mayor interés, y relacionado con lo que nos convoca, Foucault nos estaría proponiendo la siguiente pregunta fundamental:

¿cómo el emperador puede gobernar adecuadamente a otros, cómo el médico puede dar indicaciones acertadas a otros si carece del gobierno o cuidado con relación a su propio cuerpo y a su propia alma (psiqué)? 

Si hablamos de desgobierno, de descuido de sí, quienes van a la cabeza, paradójicamente, son los médicos.
Con relación a este punto crucial voy a citar a Fritjof Capra, quien en “Sabiduría insólita”, hace más de 30 añosseñalaba lo siguiente:

Al hablar de medicina y de salud, puede que sea interesante examinar la salud de los propios médicos…
Una cuestión fundamental.
Históricamente se ha considerado a los profesionales de la curación como gente sana. Sin embargo, a menudo, habían padecido alguna enfermedad grave. Pero se esperaba que tuvieran buena salud. Así como se confiaba en que los dirigentes religiosos estuvieran sintonizados con Dios, se esperaba que los curadores lo estuvieran con prácticas sanas y que fueran gente de buena salud. Esto ya no es cierto hoy en día.
… en general no se suele reconocer lo mala que es la salud de los médicos. En los Estados Unidos, la esperanza de vida de los médicos es de diez a quince años inferior a la de la población media. Además, entre los médicos, no sólo es superior la media de las enfermedades físicas, sino también el suicidio, el divorcio y otras patologías sociales.


Balint, pocos años después de la Segunda Guerra Mundial, había advertido el impasse en el que se encontraba la tarea médica y las dificultades observables en la relación médico paciente. Como respuesta a esa situación, propuso conformar grupos de trabajo que tenían como objeto justamente el análisis de la relación médico-paciente.
Pero su iniciativa tuvo una escasa acogida si bien quedó en el imaginario colectivo como una solución ideal. 
Es muy claro y coherente con lo anteriormente señalado que los médicos, generalmente, no reconocen las necesidades de su cuerpo y menos aún las de su psiquismo.
Con el personal de enfermería es muy distinta la receptividad para recibir ayuda y contención. Pero no es algo que les interese a las instituciones médicas.

2. LA DISPONIBILIDAD SUBJETIVA


Este concepto lo presenté por primera vez en mi libro “Clínica de la subjetividad en territorio médico” (Letra Viva 2002). Con este concepto quiero destacar la importancia de tener lo más claro posible con cuánto contamos de espaldas y de caudal teórico como para poder hacernos cargo de determinadas situaciones que requieren nuestra asistencia.
Al intervenir ante el malestar y el sufrimiento del paciente lo más importante pasa por la calidad del encuentro, por la posibilidad de contención, de alojar al que padece. 
Winnicott, para referirse a lo necesario de la contención durante la crianza y el crecimiento del niño, utilizó el términoholding
El verbo to hold abarca varias significaciones: sostener, sujetar, abrazar, soportar, mantener la atención sobre algo, estar a la espera…
Por lo tanto, un adecuado holding es también necesario cuando se trata de la asistencia clínica de los pacientes.
O sea que se trata de poner el cuerpo… y el alma también.
Y esto será posible dependiendo también de cómo cada uno esté plantado como sujeto ante la vida y el sufrimiento de los pacientes. 
De tal manera que la urgencia que demanda la situación no nos enloquezca y podamos responder rápidamente pero con serenidad. 
Obviamente no se trata de una combinatoria fácil de alcanzar.
En todo esto se juega un eje, fundamental y angustiante, que está dado por la presencia de la muerte como un hecho esperable. 
Si habitualmente nos disociamos para poder vivir con intensidad y, en el peor de los casos, suponemos a la muerte como algo que le puede suceder a los otros, en territorio médico esto es imposible. Porque, si hay un exceso de negación, el humor negro rápida y violentamente nos reubicará como lo que somos: sujetos mortales, seres discontínuos como diría Georges Bataille.
Con relación a la contundencia de esta situación considero muy iluminadora esta observación de la Dra. Rita Charon, quien propone una medicina narrativa que describa la totalidad del acto médico:

Creo que un médico no puede estar con gente enferma sin darse cuenta de la profundidad del mundo. Uno habla con residentes de segundo año, y ellos se dan cuenta de que, en algún punto, están realizando un gran trabajo, a cuya altura no están. Les pedimos a los alumnos de Medicina, en un estudio que realizamos hace algunos años, que describieran una muerte que hubieran visto. ¿Han visto morir a un paciente? Éstos eran alumnos de tercer año de Medicina. Nos contestaron y grabamos sus respuestas. En la trascripción leo que un alumno dijo: “Vi morir a un paciente. Fue un paro cardíaco. Anunciaron lo que sucedía, y todos corrimos. Mi residente le estaba haciendo masajes cardíaco y nosotros estábamos administrando los fármacos y ocupándonos de los gases en sangre. Todo fue muy duro. El paciente murió. Anunciaron el código de emergencia y la paciente murió. Estaba desnuda, estaba ensangrentada en la ingle donde hicimos la punción para determinar gases en sangre arterial. Tenía un tubo intratraqueal y la cinta adhesiva que lo sostenía. ¡Fue horrible! Y todos se fueron. Pensaron que todo había terminado, que entonces podían irse. Y todos se fueron”. Ahora bien, este alumno de 3º año se había dado cuenta de que había sucedido algo trágico. Había algo sagrado que había sucedido, y nadie lo había notado. Y todos se habían ido. (Tomado de una presentación en Intramed en abril de 2011).

3. EL GOBIERNO O EL CUIDADO DE SÍ 

Puedo dar cuenta de mi propia salida: 
Un sostén importante fue considerar a la escritura, la necesidad de comunicar dando cuenta de mi experiencia, como una herramienta fundamental de efecto reequilibrante.
Tal como lo plantea el psicoanalista Hans Loewald, texto tomado también de Intramed:

Escribir es un acto sensorio-motriz mediante el cual transformo lo inmaterial en lo material, así puedo comunicármelo a mí mismo y comunicárselo a los demás…
Hasta que no escriba acerca de algo que he visto, no lo he visto. 

Buscar el sostén afectivo y, luego de lograr consolidarlo, ha sido también de enorme ayuda para poder continuar en la asistencia clínica.
Es posible también que el encontrar nuevas herramientas, por ejemplo EMDR (que aplican la estimulación y autoestimulación bilateral), para el manejo de la ansiedad. Y de este modo desbloquear determinados impasses en los pacientes y en mí mismo por la autoaplicación de esos recursos. 
Toda esta combinatoria ha renovado mis fuerzas y mantenido mi entusiasmo como para seguir en esta difícil y también gratificante tarea.
Espero que este aporte les permita mantener una señal de alarma, para reflexionar sobre los efectos de esta compleja tarea asistencial, unirse para pensar juntos, no quedarse en la queja y responder activamente con relación al autocuidado.

http://www.imagoagenda.com/articulo.asp?idarticulo=2143

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sábado, 9 de agosto de 2014

Psiconeuroinmunologia - Lo que el corazon quiere la mente se lo muestra

Psiconeuroinmunologia - Lo que el corazon quiere la mente se lo muestra

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Psiconeuroinmunología: Lo que el corazón quiere, la mente se lo muestra

Betty Varela
Ecoportal.net
mie, 18 jun 2014 18:13 CDTImprimir
brain tissue neanderthal
© Pasieka/Science Photo Library/Corbis
Esta es una entrevista que La Vanguardia Digital le realizó al Dr. Mario Alonso Puig quien es Médico Especialista en Cirugía General y del Aparato Digestivo, Fellow de la Harvard University Medical School y miembro de la New York Academy of Sciences y de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia.

Hasta ahora lo decían los iluminados, los meditadores y los sabios; ahora también lo dice la ciencia: son nuestros pensamientos los que en gran medida han creado y crean continuamente nuestro mundo. "Hoy sabemos que la confianza en uno mismo, el entusiasmo y la ilusión tienen la capacidad de favorecer las funciones superiores del cerebro. La zona prefrontal del cerebro, el lugar donde tiene lugar el pensamiento más avanzado, donde se inventa nuestro FUTURO, donde valoramos alternativas y estrategias para solucionar los problemas y tomar decisiones, está tremendamente influida por el sistema límbico, que es nuestro cerebro emocional. Por eso, lo que el corazón quiere sentir, la mente se lo acaba mostrando". Hay que entrenar esa mente.
Tengo 48 años. Nací y vivo en Madrid. Estoy casado y tengo tres niños. Soy cirujano general y del aparato digestivo en el Hospital de Madrid. Hay que ejercitar y desarrollar la flexibilidad y la tolerancia. Se puede ser muy firme con las conductas y amable con las personas. Soy católico. Acabo de publicar Madera líder (Empresa Activa) IMA SANCHÍS - 18/10/ 2004
- Más de 25 años ejerciendo de cirujano. ¿Conclusión?
-Puedo atestiguar que una persona ilusionada, comprometida y que confía en sí misma puede ir mucho más allá de lo que cabría esperar por su trayectoria.
- ¿Psiconeuroinmunobiología?
-Sí, es la ciencia que estudia la conexión que existe entre el pensamiento, la palabra, la mentalidad y la fisiología del ser humano. Una conexión que desafía el paradigma tradicional. El pensamiento y la palabra son una forma de energía vital que tiene la capacidad (y ha sido demostrado de forma sostenible) de interactuar con el organismo y producir cambios físicos muy profundos.
- ¿De qué se trata?
-Se ha demostrado en diversos estudios que un minuto entreteniendo un pensamiento negativo deja el sistema inmunitario en una situación delicada durante seis horas. El distrés, esa sensación de agobio permanente, produce cambios muy sorprendentes en el funcionamiento del cerebro y en la constelación hormonal.
- ¿Qué tipo de cambios?
-Tiene la capacidad de lesionar neuronas de la memoria y del aprendizaje localizadas en el hipocampo. Y afecta a nuestra capacidad intelectual porque deja sin riego sanguíneo aquellas zonas del cerebro más necesarias para tomar decisiones adecuadas.
- ¿Tenemos recursos para combatir al enemigo interior, o eso es cosa de sabios?
-Un valioso recurso contra la preocupación es llevar la atención a la respiración abdominal, que tiene por sí sola la capacidad de producir cambios en el cerebro. Favorece la secreción de hormonas como la serotonina y la endorfina y mejora la sintonía de ritmos cerebrales entre los dos hemisferios.
- ¿Cambiar la mente a través del cuerpo?
-Sí. Hay que sacar el foco de atención de esos pensamientos que nos están alterando, provocando desánimo, ira o preocupación, y que hacen que nuestras decisiones partan desde un punto de vista inadecuado. Es más inteligente, no más razonable, llevar el foco de atención a la respiración, que tiene la capacidad de serenar nuestro estado mental.
- ¿Dice que no hay que ser razonable?
-Siempre encontraremos razones para justificar nuestro mal humor, estrés o tristeza, y esa es una línea determinada de pensamiento. Pero cuando nos basamos en cómo queremos vivir, por ejemplo sin tristeza, aparece otra línea. Son más importantes el qué y el porqué que el cómo. Lo que el corazón quiere sentir, la mente se lo acaba mostrando.
- Exagera.
-Cuando nuestro cerebro da un significado a algo, nosotros lo vivimos como la absoluta realidad, sin ser conscientes de que sólo es una interpretacion de la realidad.
- Más recursos....
-La palabra es una forma de energía vital. Se ha podido fotografiar con tomografía de emisión de positrones cómo las personas que decidieron hablarse a sí mismas de una manera más positiva, específicamente personas con transtornos psiquiátricos, consiguieron remodelar físicamente su estructura cerebral, precisamente los circuitos que les generaban estas enfermedades.
- ¿Podemos cambiar nuestro cerebro con buenas palabras?
-Santiago Ramon y Cajal, PREMIO Nobel de Medicina en 1906, dijo una frase tremendamente potente que en su momento pensamos que era metáforica. Ahora sabemos que es literal: "Todo ser humano, si se lo propone, puede ser escultor de su propio cerebro".
- ¿Seguro que no exagera?
-No. Según cómo nos hablamos a nosotros mismos moldeamos nuestras emociones, que cambian nuestras percepciones. La transformación del observador (nosotros) altera el proceso observado. No vemos el mundo que es, vemos el mundo que somos.
- ¿Hablamos de filosofía o de ciencia?
-Las palabras por sí solas activan los núcleos amigdalinos. Pueden activar, por ejemplo, los núcleos del miedo que transforman las hormonas y los procesos mentales. Científicos de Harward han demostrado que cuando la persona consigue reducir esa cacofonía interior y entrar en el silencio, las migrañas y el dolor coronario pueden reducirse un 80%.
- ¿Cuál es el efecto de las palabras no dichas?
-Solemos confundir nuestros puntos de vista con la verdad, y eso se transmite: la percepción va más allá de la razón. Según estudios de Albert Merhabian, de la Universidad de California (UCLA), el 93% del impacto de una comunicación va por debajo de la conciencia.
- ¿Por qué nos cuesta tanto cambiar?
-El miedo nos impide salir de la zona de confort, tendemos a la seguridad de lo conocido, y esa actitud nos impide realizarnos. Para crecer hay que salir de esa zona.
- La mayor parte de los actos de nuestra vida se rigen por el inconsciente.
-Reaccionamos según unos automatismos que hemos ido incorporando. Pensamos que la espontaneidad es un valor; pero para que haya espontaneidad primero ha de haber preparación, sino sólo hay automatismos. Cada vez estoy más convencido del poder que tiene el entrenamiento de la mente.
- Deme alguna pista.
-Cambie hábitos de pensamiento y entrene su integridad honrando su propia palabra. Cuando decimos "voy a hacer esto" y no lo hacemos alteramos físicamente nuestro cerebro. El mayor potencial es la conciencia.
- Ver lo que hay y aceptarlo.
-Si nos aceptamos por lo que somos y por lo que no somos, podemos cambiar.
Lo que se resiste persiste. La aceptación es el núcleo de la transformación.
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